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Un 8 de marzo reivindicativo, comprometido e incuestionable

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MANIFIESTO INSTITUCIONAL

La fecha del 8 DE MARZO es nuestra, de las mujeres, internacional, reivindicativa, comprometida e
incuestionable.

El Día 8 de Marzo, fue institucionalizado por las Naciones Unidas en 1975, como el Día Internacional de las Mujeres, reconociendo de manera implícita que la mitad de la población del planeta, vive y habita en él en clara desventaja con los hombres, reconociendo la larga lucha de las mujeres en el último siglo en pro del derecho al voto, de la igualdad y la justicia, proponiendo la necesidad de diseñar políticas públicas que corrijan esta situación.

Cuando las mujeres de todos los continentes, separadas por fronteras nacionales, diferencias étnicas, lingüísticas, culturales, económicas y políticas en cada 8 DE MARZO nos unimos para celebrar este día, estamos ante una tradición de no menos de noventa años de lucha manteniendo también el recuerdo de aquellas mujeres, artífices de la historia, que lucharon en pie de igualdad por una mayor participación de las mujeres. Es nuestro día de la sororidad.

Este 8 DE MARZO de 2021 es un día de reivindicación y de visibilización de los enormes esfuerzos que estamos realizando mujeres en todo el mundo para forjar un futuro más igualitario y recuperarnos de la pandemia de
la Covid-19.

Y es que, hace ya un año que un hecho doloroso e insólito para nuestra generación alteró y oscureció nuestras vidas. Una pandemia mundial, una crisis sanitaria que ha conllevado otra social y económica.

Durante la pandemia las mujeres hemos estado en primera línea y hemos desempeñado un papel extraordinario. Como trabajadoras en el ámbito sanitario, la ciencia y la investigación, como cuidadoras, innovadoras y organizadoras comunitarias, desde los servicios esenciales. Siempre comprometidas.

La crisis ha puesto de relieve tanto la importancia fundamental de las contribuciones de las mujeres como las cargas
desproporcionadas que soportamos asumiendo también la responsabilidad de los cuidados en el ámbito privado. Mujeres que, en definitiva, hemos sostenido la vida. Las mujeres líderes y las organizaciones de mujeres hemos demostrado
nuestras habilidades, conocimientos y redes para liderar eficazmente los esfuerzos de respuesta y recuperación ante la Covid-19. Actualmente se acepta más que nunca que las mujeres aportan experiencias, perspectivas y habilidades
diferentes.

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Tesoreras todas, de grandes conocimientos, inteligencia, agudeza e ingenio, que el sistema patriarcal se ha encargado de deslegitimar y ocultar. Mujeres que contribuimos de manera indispensable en decisiones políticas y leyes que funcionen mejor para todas y todos.

A raíz de la pandemia de la Covid-19, han surgido nuevos obstáculos que se suman a los de carácter social y sistémico que persistían antes y que frenan nuestra participación y nuestro liderazgo. Porque a pesar de que las mujeres constituimos la mayoría del personal de primera línea, todavía estamos infrarrepresentadas en los espacios de poder y de la toma de decisiones.

En todo el mundo, esta crisis ha afectado más a las mujeres. Somos las que hemos perdido el empleo, las autónomas que hemos visto frustradas nuestras empresas, las que hemos sufrido un ERTE. Somos muchas más las que
hemos hecho malabares con las clases de nuestros hijos e hijas, la atención a los padres, madres, mayores o personas dependientes, el trabajo profesional, las tareas del hogar. Las que más hemos sufrido esos efectos, a costa de
nuestra propia carrera laboral y hasta de nuestro bienestar. Y por supuesto, ha supuesto una tortura añadida a todas las mujeres víctimas de violencia de género.

La recuperación de la pandemia va a necesitar de nuevas respuestas. No nos queda más remedio que reformular nuestras relaciones políticas y humanas, medioambientales…va a ser una tarea ingente que va a requerir sobre todo también aplicar la perspectiva y el sesgo de género en todas las etapas de la respuesta y la recuperación ante una pandemia.

Hoy es necesario que se sepa que la sociedad de la postpandemia no se puede construir sin las mujeres, es ineludible la adopción de todas las medidas necesarias a todos los niveles, local, regional, estatal, europeo para conseguir una participación igualitaria de mujeres y hombres en los procesos de construcción y de toma de decisiones.

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Hoy fijamos la mirada especialmente sobre aquellas que sufren una mayor precariedad, las mujeres que por posición social y vital necesitan de las políticas públicas, de los recursos del estado y de las instituciones.

Necesitamos políticas dirigidas a cerrar las muchas brechas que nos quedan aún pendientes como la laboral y salarial, la brecha digital o la brecha de corresponsabilidad. Actuaciones destinadas a impulsar la corresponsabilidad y a corregir las situaciones de desigualdad de las mujeres desde el ámbito rural al investigador y tecnológico. Porque ninguno de ellos son compartimentos estancos, y solo abordándolos transversalmente podremos diseñar los mecanismos certeros para acabar con la desigualdad.

Debemos seguir desplegando políticas dirigidas a luchar contra la pobreza infantil y la de muchas mujeres solas con hijos e hijas a cargo. Políticas contra la prostitución y la trata de mujeres y niñas, contra los vientres de alquiler, contra todo aquello que supone un ataque frontal a los derechos humanos de las mujeres.

La igualdad de género no es una cuestión de un día, ni de un mes, debe ser un compromiso ineludible de toda la ciudadanía en su conjunto y porque el 8 de marzo debe consolidar lo alcanzado para poder seguir andando
caminos de igualdad entre todos y todas.

 Somos conscientes de todos los desafíos y objetivos que tenemos por alcanzar. Las mujeres nunca hemos avanzado solas, nos acompañan la memoria y el conocimiento de las que nos precedieron allanando los caminos de la igualdad. Por ello, en este 8 de marzo no podemos dejar de mencionar que este año 2.021 conmemoramos los 90 años de la
conquista del voto de las mujeres en este país que debemos agradecer a la valentía y el arrojo de Clara Campoamor.

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Con el voto femenino completamos nuestra democracia. Con la democracia, las mujeres fueron desde el primer momento conscientes de que tenían ante ellas una extraordinaria oportunidad y que era fruto de lo que habían trabajado otras antes. Clara vino de la mano de Pardo Bazán, de Concepción Arenal, de tantas otras mujeres que la precedieron y de quienes recogen su testigo, sus logros, que nos permiten vivir en una sociedad más justa, democrática, igualitaria y participativa.

Las mujeres hemos salido del siglo XX y nos hemos adentrado en siglo XXI conociendo la potencia de nuestra influencia. Esta es la fuerza, la razón que nos asiste, el pasado del que venimos y el futuro que labraremos por el bien común para todos y todas y por la justicia social. Son aún muchos los objetivos por alcanzar, los obstáculos a superar y los desafíos que tenemos por delante.

Hoy 8 de marzo…

Nos comprometemos a seguir visibilizando, reconociendo y poniendo en valor las aportaciones de las mujeres, porque somos imprescindibles en la historia de la humanidad, sin olvidar que nuestras contribuciones podían haber sido muchas más si hubieramos tenido las mismas oportunidades que los hombres.

Reivindicamos la necesidad de unir fuerzas, apelando a una gran alianza de todas las mujeres progresistas y del movimiento feminista de este país.

La libertad y la democracia solamente tienen una vía y es la igualdad entre mujeres y hombres. El principio de la igualdad cimienta todos y cada uno de los valores que permiten que una sociedad sea solidaria, justa, pacífica
y democrática.

Para construir el presente y el futuro es urgente y necesario que al menos podamos caminar juntas todas las mujeres, obviando banderas, idearios e imaginarios patriarcales que pretenden relegarnos a ciudadanas de segunda dividiendo nuestras propias alianzas.

El movimiento global es imparable, somos imparables.


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